Los náufragos del Wager David Grann
A finales de enero de 1742, treinta hombres famélicos y harapientos aparecieron en el puerto de Río Grande, en Brasil, a bordo de una barcaza hecha de retales de madera. La visión que ofrecían era la de un grupo de personas que habían escapado de las garras de la muerte, que habían visitado el infierno y habían conseguido escapar para contarlo.
Y lo que contaban era una historia de supervivencia. Dos años antes habían salido de Reino Unido a bordo del HMS Wager. Un buque de guerra en el que navegaban más de 250 hombres y que formaba parte de una escuadra de cinco embarcaciones con un objetivo tan ambicioso como improbable: atacar por la espalda un galeón español, país con el que habían entrado en guerra, que cargaba oro y metales preciosos en el puerto de Cartagena de Indias.
Un brote de tifus y otro de escorbuto diezmaron a la tripulación que se vio incapaz de superar las tormentas que sufrieron
Para ello tenían que navegar hacia el sur, doblar el peligrosísimo Cabo de Hornos, ascender por la costa de Chile y cruzar a pie el continente hasta llegar a la costa Atlántica. Sin embargo, un brote de tifus y otro de escorbuto diezmaron a la tripulación que se vio incapaz de superar las terribles tormentas que sufrieron al doblar el Cabo de Hornos.
Poco después de conseguirlo, con el barco destrozado y sin tripulantes suficientes como para gobernarlo, la tempestad les empujó contra las rocas, haciéndoles naufragar en una costa despoblada y austera.
Tan solo 140 hombres alcanzaron la playa. Con muy poco víveres y casi nada de abrigo, tuvieron que comer algas y apio silvestre para sobrevivir y protegerse del clima helado construyendo chozas con ramas, plantas y restos del pecio. El hambre y el frío les hizo enfrentarse entre sí. Cuando llegaron al límite, ochenta supervivientes se lanzaron de nuevo a la mar. Cincuenta de ellos no lograron llegar con vida.
¿Héroes o amotinados?
Cuando la noticia llegó a Londres, aquellos valientes marineros fueron tratados como héroes y recibidos así a su llegada a Europa. Su hazaña habría sido cantada y loada por todos si no hubiera sido porque seis meses después, tres hombres aparecieron en la isla de Chiloé, al sur de Chile.
La historia de los náufragos se convirtió en un cruce de acusaciones y contracusaciones que terminó en un consejo de guerra
A bordo de una canoa de fabricación rudimentaria, iban casi desnudos, no habían probado bocado desde hacía meses y uno de los tres había perdido el juicio hasta el punto de no saber quién era ni cómo se llamaban sus compañeros. Cuando por fin se recuperaron y llegaron a Reino Unido, contaron una historia muy diferente a la que habían relatado los náufragos del Wager.
Según estos tres supervivientes, el primer grupo de náufragos eran unos amotinados. El relato heroico se convirtió entonces en un cruce de acusaciones y contracusaciones que no terminó ni siquiera con el consejo de guerra al que fueron sometidos los supervivientes del Wager.
David Grann: investigador histórico
¿Quién decía la verdad? ¿Quién traicionó a quién? ¿Qué ocurrió en aquella perdida isla, más cerca de la muerte que de la vida, donde las condiciones eran tan extremas? Tratar de arrojar luz sobre aquella travesía, el naufragio y lo que ocurrió después, habría sido una empresa imposible, condenada a estar poblada de conjeturas y suposiciones, de no ser por David Grann.
Este periodista infatigable es responsable de algunos de los libros más interesantes sobre hazañas reales que se han escrito en los últimos años. Z, la ciudad perdida, por ejemplo, relata la historia de Percy Fawcett, el último explorador desaparecido a principios del siglo XX en la búsqueda de El Doradoen la selva amazónica. Una historia que James Gray convirtió en película, con Charlie Hunman, Tom Holland y Robert Pattinson.
O El viejo y la pistola, tres relatos de true crime en los que Grann demuestra que no hace falta inventar nada para extraer historias fascinantes de la realidad. El que da título al libro cuenta la historia de un ladrón de bancos que pasó su vida en la cárcel o escapando de ella y que fue el último papel protagonista que ha interpretado Robert Redford.
Martin Scorsese y Leo Di Caprio han comprado los derechos para llevar las hazañas de estos marineros a la gran pantalla
Su último libro antes de este fue Los asesinos de la luna, llevada al cine por Martin Scorsese. La historia de cómo los colonos se aprovecharon de los nativos americanos y les engañaron y aniquilaron para quedarse con unas tierras aparentemente baldías en las que les habían obligado a vivir, pero que escondían grandes reservas de petróleo.
En todas las historias que escribe, David Grann encuentra hechos reales, casos cuya resolución final nunca quedó clara e investiga. Habla con supervivientes si los hubiera, recorre todos los archivos, encuentra los documentos, analiza las crónicas, visita sobre el terreno los escenarios donde ocurrieron los hechos y después los convierte una trama que se devora con pasión.
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